“TOC, TOC, TOC”
Queridos
amigos de Catrasqueando:
Les escribe
un amigo desde la Argentina, país que se tendría que sentir orgulloso de ser
país gracias a los madrileños, catalanes, mallorquines, sevillanos, vascos,
gallegos, aragoneses y de todos los españoles que, gracias al Cielo, se
afincaron en estos lares.
Ustedes
son los “gaitas” o gallegos aunque provengan de cualquier otro lugar de España.
Vengan de donde vengan, sean de la región que sean, a todos los españoles los
llamamos cariñosamente "gallegos"... y a los italianos
"tanos". (Aclaro que, orgullosamente, soy descendiente de “gallegos”
aunque no provinieran de Galicia. Perdón porque nuestro gobierno de turno haya
transformado el 12 de octubre en el “Día de la diversidad cultural americana”
en lugar del día de la HISPANIDAD.)
Internet me
permite comprobar que el sábado 13, varios miles de personas han participado en
Madrid y en otras ciudades de España en caceroladas para expresar el rechazo a
políticas gubernamentales. Los comprendo, el 13 de septiembre también
participé en la Plaza de Mayo de Buenos Aires en la gran
manifestación de protesta contra las deplorables políticas de Estado de la Sra.
Presidente de la Argentina Cristina Fernández de Kirchner.
Cuando has
llegado al hartazgo, cuando ningún partido político comparte plenamente tus
indignaciones, cuando nadie te escucha, cuando compruebas que por mucho menos
que 30 monedas de plata se compran conciencias, ¡explotas! Pero no
utilizas ni porras, ni bombas, ni piedras porque tu intención no es lastimar a
nadie. Entonces te decides a provocar ruido para que los que tienen “la sartén por el mango y el mango también”
sepan que existes, que pierdan su soberbia y su omnipotencia barata.
¡Y qué mejor que usar la cacerola! De cobre,
lata, acero, aluminio o hierro. Noble utensilio utilizado en la cocina de todas
las clases sociales. Símbolo pacífico y casi místico del “no estoy de acuerdo con el
gobierno”. Recalco lo de pacifico, sin ninguna clase violencia. La voz
de los que no tienen voz frente los que sí la tienen pero callan vaya uno a
saber por qué.
Llámenlas
como quieran, lo mismo cacerolazos que caceroladas. Las golpeas con frenesí
para que sepan que les estas pagando el sueldo para que no te ignoren, para que
presten atención a tus reclamos. Insisto en un aspecto muy importante: siempre sin violencia. Recuerda
que el policía al que mandaron a controlarte tiene tus mismas necesidades y
broncas pero que no puede expresarlas. Repito que el 13 de septiembre estuve en
la Plaza de Mayo y puedo asegurar que aunque la policía uniformada brilló por su ausencia, no hubo actos de violencia.
A pesar de ello, los medios oficiales
gubernamentales nos tildaron de golpistas y desestabilizadores. Ningún destrozo
en la propiedad pública ni en la privada, tampoco desgracias personales. ¡Un
ejemplo de civismo! Lo que más nos echaron en cara fue que estábamos bien
vestidos y que no pisamos el césped de la plaza.
¡Pobres argumentos esgrimidos por los
genuflexos sirvientes de un modelo que se cae a pedazos! En el próximo
cacerolazo vestiré andrajos para que no me critiquen. Parece ser que para
determinados sectores vestir decentemente y ser cuidadoso con el espacio
público es un pecado imperdonable.
A los únicos
que temo es a los sicarios infiltrados. ¡Atención con ellos! Aunque
parezca mentira, existen los lobos vestidos
de ovejas. Mientras tanto hermano español, rescata la vieja cacerola en la que
tu abuela y tu madre cocinaron inolvidables guisos y cocidos, y ¡que se transforme en la voz de los que
nadie desea oír!
En Argentina
o en España, en Buenos Aires, Madrid, Salta, Sevilla o Tucumán, la finalidad es
la misma: ¡Toc, toc, toc! Traducido
al castellano: ¡No sean burros y por lo
menos escuchen mi reclamo!
¡TOC, TOC, TOC, TOC!
Firmado: “Wimpi”
(N.R: Catrasqueando no se hace responsable de los conceptos u opiniones vertidas por los lectores.)
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